La campaña «Hagamos que el Big Data se equivoque» que lanza la DGT predice que, según el Big Data, 36 personas moriremos esta Semana Santa en las carreteras.

Uno de los analistas más importantes de Big Data en España analizó los datos de millones de siniestros de tráfico y ha pronosticado cuántos hombres, mujeres o niños fallecerán por accidente de tráfico esta Semana Santa. Llega incluso a concretar su edad, el tipo de vehículo que conducirá y el lugar donde se accidentarán.

Cuando escuchamos una noticia de este estilo, evitamos pensar que están hablando de nosotros o de nuestros seres queridos, pero viendo el nivel de detalle con el que pronostican los accidentes, uno se pregunta si en el futuro la DGT contactará con nosotros para comunicarnos que somos una de las 36 personas que van a morir.

Si actualmente, con la información que hay disponible son capaces de predecir con tanto detalle lo que sucederá en unas horas en nuestras carreteras. ¿Qué datos podría predecir en el futuro la DGT si el Big Data y la algoritmia inteligente fuese capaz de integrar y analizar el volumen de datos que se genere en los próximos años?

Sabemos que cuanta más información se analiza, más pronósticos se cumplen, por lo que parece lógico pensar que la verdadera revolución está por llegar, ya que la información que generamos crece de forma exponencial, al igual que la velocidad de procesamiento de nuestra tecnología.

Actualmente hay superordenadores descifrando el genoma humano y en la medida que avanzan, nuestro futuro se hace cada vez más predecible y aumentan las probabilidades de conocer que enfermedades acabaremos padeciendo y cuál será la calidad de vida que nos espera en los próximos años.

Para entrever donde podrían estar los límites del Big Data, usemos nuestra imaginación y transportémonos a una época posterior a la llegada del 5G y con el Internet de las Cosas muy evolucionado. En este mundo imaginario todo estaría conectado y los supercomputadores podrían actuar como un Gran Hermano y analizar de manera unificada el gran volumen de información que se genera.

En un mundo de estas características, todos los coches estarían conectados y se conocería su localización o la velocidad a la que circulan habitualmente. La DGT estimaría en qué condiciones circula cada vehículo analizando los informes que se emiten en la ITV y las facturas que pagas en los talleres mecánicos. También podrían comprobar los kilómetros que tiene tu coche y buscar las facturas de los últimos neumáticos que compraste. Sabrían cuántos puntos has perdido en tu permiso de conducir y conocerían las condiciones físicas y mentales de cada conductor al examinar su historial médico y la medicación que toman.

Puestos a imaginar, podrían acceder a los sistemas de fichaje de sus empresas y sabrían las horas extras que han trabajado antes de conducir, comprobarían las horas de sueño y las pulsaciones que marca su pulsómetro. Comprobarían las deudas que han adquirido y estimarán las preocupaciones que pueden generarles. Localizarán el lugar donde se hospedan y la ruta que ha de seguir para llegar a su destino, el estado de la carretera y la predicción del tiempo. Si vamos un poco más lejos con nuestra imaginación podrían usar las redes sociales, WhatsApp, sus correos, sus agendas o las películas que ven para predecir el comportamiento de cada ciudadano.

Es un mundo imaginario, pero esta información a día de hoy reside en los sistemas informáticos que hay distribuidos por el mundo. ¿Qué otra información se podría analizar con la tecnología del futuro? Imagina que la tecnología permita analizar nuestros pensamientos. ¿Cómo afectaría esto a las predicciones que se hagan?

Si lográsemos desarrollar la tecnología que nos permita analizar todos estos factores de forma conjunta. ¿Qué sucesos de nuestra vida ocurren por casualidad y cuáles están predeterminados? ¿Acabaríamos recibiendo una carta de la DGT prohibiéndonos viajar en Semana Santa porque ha detectado que formamos parte de ese grupo de 36 personas?

Mientras este momento no llega, hay que aumentar las precauciones y considerar todos los factores de riesgo que hemos mencionado para asegurar la llegada a nuestros destinos y demostrar que el Big Data se equivoca.